El piloto becado por la Federación Interinsular de Automovilismo de Santa Cruz de Tenerife logra una victoria en el 49º Rallye Isla Tenerife que le concede la corona de la monomarca francesa. Después de los problemas con las válvulas de tres neumáticos que sufrió el viernes, el joven tinerfeño consiguió rehacerse y recuperar lo perdido. Sin cometer errores y prestando atención a las notas de Miguel Reverón, cumplió con el objetivo de llevarse el entorchado. Noé Armas y Alejandro Falcón acaban la temporada como subcampeones. Ulises Avella y Gabriel Espino, terceros en la cita de Rallyten Sport tras pinchar.

Héctor Mederos cumple un sueño. El piloto tinerfeño extrajo el máximo partido a su temporada como becada de la Federación Interinsular de Automovilismo de Santa Cruz de Tenerife. En la campaña de su debut a los mandos de un vehículo FIA, logró alzarse con el título de campeón del Clio Trophy Canarias. Partía al 49º Rallye Isla Tenerife con el cartel de claro favorito, pero el destino le había reservado varios problemas para el fin de semana más importante de su trayectoria. Sin embargo, nada pudo frenarle.

Problemas con las válvulas de aire de hasta tres ruedas frustraron todo el trabajo que había adelantado en las dos primeras especiales del viernes. Acabó la etapa del sur invadido por la frustración y empezó la del norte repleto de motivación. La carga de presión intrínseca a la remontada que necesitaba no le surtió efecto alguno. Dos tramos le bastaron para recuperar el tiempo perdido en la jornada inaugural. Una vez y subió al liderato, tenía que conservarlo. Lo hizo al mismo ritmo que cuando trepaba la tabla.

Noé Armas, su rival en la batalla por el entorchado, se conformó con el premio del subcampeonato. El grancanario, con Alejandro Falcón a las notas, sintió el lastre del desconocimiento del terreno, aunque no usó ese recurso como excusa para justificar la derrota. Aquella salida de carretera cuando marchaba al frente del ‘Isla de Gran Canaria’ retumbará en su cabeza. Allí dejó en el camino unos puntos preciosos y comenzó una recuperación que le condujo hasta la segunda posición. La primera resultó inaccesible.

Ulises Avella y Gabriel Espino, los hombres que causaron sensación durante la noche, también vivieron como unas válvulas de aire con defectos de fábrica tiraban por la borda su fin de semana. Al principio, pensaron que fue un pinchazo lo que les obligó a detenerse en la repetición de la cronometrada de ‘La Cabezada-La Guancha’. Realizaron el cambio de neumático y retomaron la marcha. Ya en la asistencia, se dieron cuenta del motivo real por el que cedieron cuatro minutos. Al menos, salvaron el tercer lugar.

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