El piloto del Renault Clio R3 Evo Max resiste a la aparición de un problema mecánico en la segunda pasada por ‘Frontón-Martela’ y conserva la sexta posición en la que se había instalado desde la última especial del bucle matinal. Admite que la aparición de la avería le hace perder la concentración y sufrir dos sustos en la zona de descenso del tramo más largo de la cita sureña. Agradece a sus mecánicos por solventar el percance en la asistencia previa a la última cronometrada. El tinerfeño asegura que la fiabilidad es un aspecto a trabajar en el artefacto francés. «Ya lo tenemos un poco por la mano», comenta.

Jonathan Morales, acompañado por Rayco Hernández, marchaba en la sexta posición del 31º Rallye Villa de Granadilla cuando el surgimiento de un problema mecánico en la repetición de ‘Frontón-Martela’ amenazó con tirar por la borda su fin de semana. El Renault Clio R3 Evo Max entró en modo protección y perdió rendimiento en la zona de descenso de la especial más larga de la ronda sureña. El percance no le penalizó tanto en la siguiente cronometrada y consiguió salvar su plaza en la clasificación general.

«La clavija de un sensor nos dio un poquito de lata. Veníamos haciendo seis segundos mejor la quinta especial con respecto a la pasada anterior. Por suerte, nuestros mecánicos pudieron solventarlo en la asistencia», comenta el abanderado de Escudería Daute-Realejos. Su lugar en la tabla lo mantuvo, pero no sin antes asumir unos riesgos considerables en la última visita al tobogán de ‘Atogo’, en la que sentía de cerca la amenaza de Iñaki Sainz de la Maza y su Mitsubishi. «Tuvimos que tirarnos con todo», afirma.

El de San Miguel de Abona asevera que, en el momento en que apareció la avería, sufrió para mantener un nivel de concentración óptimo al volante. «Me vine abajo. Soy un piloto que cuando voy concentrado voy fantástico, pero cuando no soy un matacán y un manos de madera. Casi me salgo en dos ocasiones a cuarenta kilómetros por hora», revela Jonathan. «Fue un verdadero fastidio. Gracias a nuestro equipo lo arreglamos y logramos llegar a la meta», añade sobre su primer rally acabado con el Renault Clio R3.

El tinerfeño lamenta que su actual montura «pecaba de muchos fallos» con su anterior dueño. Por este motivo, centra su trabajo en alcanzar el grado de fiabilidad adecuado «para poder disfrutar de lo que al final nos gusta». Otro de los elementos en los que buscará diferentes soluciones antes de afrontar la próxima cita en su agenda, el ‘Ciudad de La Laguna’, es el autoblocante. «Creo que no está como debe estar y, desde mi punto de vista, nos está costando alrededor de dos décimas por kilómetro», asegura.

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