El fin de semana del piloto del Mitsubishi Lancer Evo VIII comienza con un pinchazo en la primera pasada por el tramo de ‘Atogo’. El percance, además de ocasionarle una pérdida de medio minuto, le obliga a recuperar la confianza a marchas forzadas para recuperar terreno en la clasificación general. Su registro en la tercera y última especial de la sección matinal, la rapidísima de ‘Cisnera-Chimiche’, le carga de moral y le ayuda a olvidar el problemático inicio de su participación en la cita sureña. Olvidándose de experiencias similares en temporadas pasadas, consigue escalar hasta la séptima plaza absoluta.

La participación de Iñaki Sainz de la Maza en el 31º Rallye Villa de Granadilla comenzó con un pinchazo en la especial de ‘Atogo’, la primera de las siete que compusieron el itinerario de la prueba con base en el sur de Tenerife. El percance le costó medio minuto y le situó de inicio en el trigésimo sexto puesto de la general. Además de esa pérdida de tiempo, el de Escudería Daute-Realejos, acompañado por Tomás Pérez, experimentó una decaída en su nivel de confianza a los mandos de su Mitsubishi Lancer Evo VIII.

«Nos costó coger el ritmo después de lo que nos ocurrió por la mañana. Fue un baño de agua fría que nos dejó muy helados», asevera Iñaki. Además, el incidente del TC-1 generó problemas de vibraciones en la cronometrada siguiente, la de ‘Frontón-Martela’. Sin embargo, el paso por el tramo de ‘Cisnera-Chimiche’ devolvió la moral al piloto del vehículo de la firma de los tres diamantes. Estableció el cuarto mejor registro y regresó a las carpas de su equipo en la octava posición de la clasificación provisional.

Sainz de la Maza comenta que realizó un cambio de filosofía que le ayudó a encarar el resto del evento con mayor motivación. «El tiempo perdido era imposible de recuperar. Por tanto, teníamos que hacer el rally y volvimos a disfrutar con nuestra actuación en el TC3». Otra de las claves de su progresión en la tabla fue la de «espantar fantasmas del pasado». Ya había lamentado en años anteriores «exactamente los mismos pinchazos» en la catedral de ‘Atogo’, pero consiguió quitarlos de su mente y acabar séptimo.

La del pasado fin de semana suponía la segunda cita de Iñaki al volante del vehículo japonés. Tras las buenas sensaciones con las que terminó el ‘Orvecame Norte’, el tinerfeño considera que avanza en una buena dirección: «Ya llevamos dos rallyes con el coche, la adaptación es distinta. Tenemos que coger kilómetros y creo que, si poco a poco marcamos una pauta, nos iremos adaptando y encontrando sus límites». En menos de dos semanas volverá a dirigirlo en un 32º Rallye Villa de Adeje de validez nacional.

Foto: Óscar Quintana

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